Los trastornos alimentarios se basan con mayor frecuencia en la existencia de problemas psicológicos. En este sentido, es normal establecer un vínculo entre la alimentación, este tipo de trastornos y el estado de salud mental.
Hoy, exploramos cómo los alimentos pueden afectar el equilibrio mental y, en particular, cómo pueden inhibir o potenciar un cuadro clínico de depresión. Es importante recalcar que, sin embargo, la alimentación por sí sola no es la única forma de prevenir la depresión. Tampoco es una cura, pero, como en muchas otras situaciones, es un medio para aumentar la calidad de vida general y potenciar así un mayor bienestar físico o psíquico.
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Sí, la calidad de la alimentación es fundamental para el tratamiento de cualquier depresión y otros trastornos mentales. Las deficiencias nutricionales pueden contribuir a una mayor probabilidad de desarrollar trastornos mentales. La neurociencia nutricional ha aclarado cada vez más que los factores nutricionales están realmente relacionados con los pensamientos, comportamientos y emociones humanos.
Una característica que se ha observado en las dietas de los pacientes con trastornos mentales ha sido el déficit de vitaminas esenciales, minerales y ácidos grasos como el omega-3. A su vez, de los grupos de alimentos estudiados, se observó que una dieta más rica en azúcares y carnes puede potenciar el desarrollo de trastornos mentales.
Algunos estudios han indicado que los suplementos diarios de nutrientes esenciales (como los aminoácidos) suelen ser eficaces para reducir los síntomas de los pacientes con trastornos mentales. Sin embargo, es importante enfatizar que esta suplementación solo debe ser analizada y prescrita por profesionales de la salud calificados.
Una dieta rica en azúcares, por ejemplo, conducirá a un aumento de peso normal que, a su vez, puede generar problemas de autoestima y de relación con los demás. Estos problemas suelen ser precursores del desarrollo de anorexia, bulimia nerviosa u otros trastornos alimentarios. Por ello, es importante educar desde edades tempranas para una alimentación equilibrada y variada.
Reflexiona con nosotros. ¿Alguna vez se ha sentido deprimido y solo ha deseado alimentos menos saludables (por ejemplo, dulces, comida rápida, alimentos procesados, etc.)? Todo ser humano ha pasado por esto y puede comprender que es precisamente cuando estamos en nuestro punto más bajo o en los momentos de mayor desequilibrio de nuestra vida cuando tendemos a buscar una alimentación menos saludable. A su vez, cuando estamos mejor con nosotros mismos, tendemos a tener un mayor control sobre nuestras elecciones de alimentos y optar por una alimentación más saludable.
Algunos estudios incluso han observado que una dieta saludable puede estar asociada con un menor riesgo de desarrollar depresión. Sin embargo, no podemos decir que exista una dieta milagro o alimentos específicos que contribuyan a combatir la depresión. Sin embargo, algunos planes de alimentación o incluso alimentos pueden brindar alivio a ciertos síntomas, por ejemplo, mejorar el estado de ánimo. Por lo tanto, una dieta saludable puede ayudar como parte del tratamiento general.
Seguir una dieta equilibrada es el primer paso hacia una salud mental más equilibrada. La ingesta de alimentos que ayudan al organismo humano (que no es el caso del exceso de azúcares, por ejemplo), llevará al desánimo y la pérdida de energía ya no puede ser un problema y, por tanto, previene la tendencia a evitar las tareas o relaciones cotidianas. con otros en entornos sociales.
Si bien el diagnóstico de un trastorno alimentario, ya sea anorexia, bulimia, atracones, entre otros, no necesariamente es indicativo de depresión, se sabe que esta puede ser una de las consecuencias.
Un trastorno alimentario puede ser un desencadenante de la depresión por la forma en que afecta a la persona afectada. Es decir, alguien que tenga problemas de alimentación, por ejemplo, se protegerá más para evitar comentarios negativos sobre sí mismo. Al mismo tiempo, un individuo con un trastorno alimentario suele tener una imagen de sí mismo que no necesariamente se corresponde con la realidad. En consecuencia, este tipo de acciones harán que el aislamiento se vuelva real y la depresión pueda empezar a instalarse por la creencia de que nadie entiende tu situación.
La clave para tratar un trastorno alimentario concomitante con la depresión es reconocer en primera instancia que ninguno es más o menos importante y que ambos deben tratarse simultáneamente. Sin embargo, hay un factor importante a tener en cuenta. Si el impacto físico del trastorno alimentario es extremadamente grave, hasta el punto de ser médicamente inestable, primero se debe ingresar al paciente en el hospital para su estabilización médica.
Tras la estabilización médica, y siendo dos diagnósticos diferentes, el tratamiento debe pensarse en conjunto. Si pensamos en las dos enfermedades juntas, nos damos cuenta de que la depresión se caracteriza por la ausencia de placer, bienestar y falta de energía y cansancio recurrente, y que esto se puede combatir muchas veces con la comida. Pero si además la dieta es deficiente, como ocurre con cualquier trastorno alimentario, es normal que el organismo reaccione negativamente a su entorno.
Por estos motivos, la existencia de depresión y trastorno alimentario al mismo tiempo, vuelve a ser motivo para que el tratamiento se realice siempre con un equipo multidisciplinar. En VillaRamadas, nuestros tratamientos siempre tienen en cuenta este aspecto. El camino del tratamiento es real en la medida en que se trabaja en conjunto y en varios aspectos.
Si conoce a alguien que está luchando contra la depresión y/o un trastorno alimentario, no dude en animarlo a buscar ayuda. Hable con nosotros para saber cómo podemos ayudar y ayudar a cualquiera que necesite un empujón extra para cambiar su vida.