El trabajo es una de las formas de ejercer la ciudadanía, por lo que los efectos negativos del desempleo pueden ser diversos. Muchos psicólogos creen que la ocupación está asociada a la salud del trabajador, ya que también significa socialización, seguridad, reconocimiento social y puede reforzar el sentido de control del trabajador sobre su vida. Así, la ausencia de trabajo sumada a las restricciones económicas y sociales que se imponen en esta situación puede impactar directamente en las emociones de la población.
La depresión posparto es mucho más que una tristeza pasajera. Es una enfermedad común, que afecta entre el 20 y el 35% de las mujeres, pero grave, que puede y debe tratarse. No solo porque puede “robarle” a la madre la oportunidad de disfrutar lo que para muchas mujeres es uno de los momentos más felices de sus vidas, sino también porque perturba el bienestar de la madre y posiblemente de su bebé.
Existe el mito de que se necesita fuerza de voluntad y motivación para controlar una enfermedad como la depresión. La gente, en sus buenas intenciones, repite a la persona que tiene que reaccionar, animarse, hacer y pasar. Sin embargo, desconocen la dimensión de la impotencia del depresivo para cumplir con lo que le piden.