La automutilación es una conducta (dependencia) en la que el sufrimiento físico se autoinflige a través de cuchillos, tijeras, colillas de cigarrillos y otros elementos de tortura, aplicando cortes y quemaduras en el cuerpo, para que el dolor pueda de alguna manera aliviar el tormento que el psicológico parte está sufriendo. Veamos algunos mitos y verdades asociados.
El trabajo es una de las formas de ejercer la ciudadanía, por lo que los efectos negativos del desempleo pueden ser diversos. Muchos psicólogos creen que la ocupación está asociada a la salud del trabajador, ya que también significa socialización, seguridad, reconocimiento social y puede reforzar el sentido de control del trabajador sobre su vida. Así, la ausencia de trabajo sumada a las restricciones económicas y sociales que se imponen en esta situación puede impactar directamente en las emociones de la población.
Existe el mito de que se necesita fuerza de voluntad y motivación para controlar una enfermedad como la depresión. La gente, en sus buenas intenciones, repite a la persona que tiene que reaccionar, animarse, hacer y pasar. Sin embargo, desconocen la dimensión de la impotencia del depresivo para cumplir con lo que le piden.
La depresión y la nostalgia a menudo se confunden entre las personas. Sin embargo, estos difieren sobre todo en términos de intensidad y consecuencias asociadas. Pero después de todo, cómo se distinguen?
Para muchos, decir que alguien está drogado equivale a considerar a esa persona por debajo de la dignidad humana, es mirarlo como un ser peligroso, manipulador, a veces, casi un animal despreciable. Sin embargo, esta es una adición que no elige condiciones sociales, edad, género o raza.
Según la OMS, Europa lidera el mundo en consumo de alcohol, con una media de 9,8 litros de alcohol puro por persona registrados en 2018. Superando esta media, Portugal ocupa el puesto 13 en el mundo con una media de 12,3 litros. El porcentaje de abstemios (es decir, personas que no consumen alcohol en exceso) ronda el 18,6% de los hombres y el 32% de las mujeres en Portugal; porcentaje considerablemente superior a la media europea (5,6% y 13,5%, respectivamente).